La apertura del espacio y de los asiduos del lugar le da un no-sé-qué a este sitio que termina enamorando, la música es rebuena onda y las pizzas están chéveres como para picar entre tragos.
Pizzas delgadas, pequeñas y sencillas pero ricas. Los cócteles con cocuy son buenos. Recomendado el cocuy añejo y el ceviche (y tener paciencia). Dan mucha importancia a la música en vivo 😀.
De La Patana merideña a la Patana en Altamira y ahora, La Patana nómada en el teresa Carreño, siguen los cuypelon, las buenas pizzas, música ñangara y gente buena vibra.
La patana del Teresa Carreño la atención es pésima los sábados y la pizza en lo particular para mi es mala. Lo que me gusto fue el espacio al aire libre y los granizados.